Recién entrado el otoño y ya metidos de lleno en jarana, con el regreso a la escuela, los padres estresados en sus autos locos, niños caminando en procesión a las escuelas, o en patinete, en patinete eléctrico, en bicicleta, en bicicleta eléctrica, en moto, en moto eléctrica, con los ojos única y exclusivamente pegados a sus móviles, uno se pone a pensar en lo que deja atrás.
¿En lo que dejas atrás?
Exacto.
Veréis, en cuanto llega el verano pensamos que llega la mejor y más productiva época del año. Charlo con otros compañeros, escritores de profesión o por vocación, y la gran mayoría me habla sobre el montón de cosas y proyectos que va a hacer o lograr terminar en estos meses estivales. El buen tiempo, la mayor cantidad de horas de luz, las vacaciones y un montón de situaciones perfectas para rendir más y mejor pasan por la cabeza de cada uno de nosotros y nos lleva a hacer una lista enorme con todas esas cosas que pensamos hacer durante estas fechas.
Tabla de contenido
"Pues sí, yo soy uno de los que también ha hecho una de estas listas interminables".
- Que si esto…
- Que si aquello…
- Que si lo de otro…
- Que si lo de más allá…
¿Y has logrado todo lo que había en ella?
Pues ahora mismo, sentado en mi despacho tras una mañana intensa de la escritura de lo que será mi cuarta novela porque voy con retraso, con la lluvia asomada a la ventana —a medio cerrar porque ya no hace tanto calor como antes y el otoño ablanda—, uno mira esa lista y se da cuenta de que no ha hecho ni una de las cosas que pensó hacer allá por el mes de junio o julio.
Así es, queridos lectores y amigos. Ni una sola.
Tengo que rendirme ante la evidencia y reconocer que, la época veraniega, no es buena época para crearse expectativas. Uno procrastina más, mucho más, y todo por culpa de ese buen tiempo y horas de luz que tiene el día. Yo he entrenado más que en otras épocas del año, he salido más, he paseado más, he sociabilizado más, pero, por el contrario, he escrito y leído menos que en otros momentos.
Queda claro que el verano, para mí, no es buen momento para comenzar o acabar proyectos editoriales. Todo lo contrario. Yo rindo mejor con el frío, cuando se me congelan los dedos sobre el teclado, con una manta sobre los hombros o saliendo del despacho con la tablet para continuar frente a la chimenea. Leo mucho más cuando tengo los pies aplastados bajo edredones de plumas y la tormenta ensuciando el cristal con un atardecer lleno de oscuridad.
Me ha quedado muy claro
Además, no sé qué tiene el verano, pero es el mejor cambiador de planes del mundo.
«La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes».
John Lennon.
Y vosotros, ¿qué tal habéis pasado el verano? Dejadme un comentario y contádmelo, me encantará saber cómo lo habéis pasado.
Ya solo me queda recordaros que mis tres novelas siguen a la venta en Amazon. Si lo prefieres y deseas un ejemplar dedicado, pídemela a través del formulario de contacto o por un mensaje privado en cualquiera de mis redes sociales. Mi próxima historia, la continuación de «Crema de calabaza», está en su fase final y pronto la tendremos con nosotros.